Construida en el siglo XVI, sobre restos anteriores
(aljibe del siglo XII), y reformada en los siglos XVII y XVIII.
En la parte trasera, que vemos primero, tiene unos bellos
jardines y la puerta que daba acceso al aljibe, adonde el vecindario iba a por
agua, usando un antiguo derecho.
La fachada principal, del siglo XVIII, tiene como
principales motivos de adorno los dos grandes escudos barrocos, bajo corona,
que contienen en sus cuarteles las armas de:
1.-Ulloa; 2.-Golfín; 3.-Torres; 4.-Carvajal, y
Espadero-Cáceres en el centro del escudo de la izquierda. El de la derecha
lleva: 1.-Aldana; 2.-Quiñones; 3.-Porcallo; 4.-Castro y el de Espadero-Cáceres
también sobre todo.
En lo alto destacan la balaustrada y las gárgolas de
cerámica, y el remate de pináculos, de donde le viene el nombre al edificio.
Los muros, de más de un metro de espesor, son de
argamasones y mampostería, los arcos y bóvedas de ladrillo, y las columnas de
piedra.
El interior es un recinto rectangular de 13,40 metros por
9,90 metros, cinco naves de 2,20 metros cada una, separadas por cuatro
arquerías paralelas de a cuatro arcos de herradura y cubiertas por bóvedas de
medio cañón.
Las columnas monolitas, de granito, toscanas, con capitel
y basa de una moldura, son romanas. El pavimento es un solado de ladrillo.
Es de los mayores de España; tiene mayor número de
columnas y de naves que los otros, y sólo en éste los arcos son de herradura.
Si damos un repaso a su extensa historia encontraremos
que:

En 1465, el Maestre de la Orden de Alcántara D. Gómez de
Solís vino a Cáceres, poniéndose a la cabeza del bando «de abajo», tras el
famoso acto de Ávila en que se despojó en efigie a D. Enrique IV de las
insignias reales y se proclamó a su hermano D. Alonso rey de Castilla. Entró en
la villa a viva fuerza y destruyó el Alcázar.
Enrique IV, poco antes de morir, en 1474, otorgó licencia
a su fiel amigo Diego Gómez de Torres para edificar su casa sobre las ruinas
del Alcázar, respetando el antiquísimo derecho del vecindario de surtirse de
agua en el aljibe moro.
La nueva mansión la debió reedificar, en 1600, Lorenzo de
Ulloa, a juzgar por una lápida existente en el patio que traducida dice: «Este
antiguo Alcázar regio de los moros, en lo pasado fue conquistado por el rey
Alfonso. Terminadas al fin las guerras y pasado algún tiempo, por obra de
Ulloa, surgió de sus ruinas esta hermosa casa».
Jorge de Cáceres Quiñones fue autor de la profunda reforma
efectuada en el siglo XVIII, que dejó la casa tal como hoy se ve. A él
pertenecen los escudos de la fachada principal.
La familia de Quiñones vino a Cáceres por matrimonio de D.
Gonzalo de Cáceres Andrada con Doña Catalina Quiñones. Las grandes riquezas de
esta señora y el prestigio social de la familia hicieron que sus sucesores se
apellidaran Cáceres-Quiñones.