Todo el barrio judío gira en torno a la ermita de San Antonio,
edificada en el siglo XV sobre la antigua sinagoga judía. Su tamaño es pequeño
y su exterior ofrece un aspecto tosco y popular.
Sobresale de la ermita un pórtico de tres arcos, uno frontal
y dos laterales de medio punto pero irregulares, dos pilastras muy gruesas
sostienen los arcos en las esquinas delanteras y el muro de la ermita sirve de
soporte a la parte trasera de los arcos laterales.
El interior es de una sola nave, de reducidas dimensiones,
tiene un altar en el que se venera a San Antonio de Padua.
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